sábado, 2 de junio de 2018

¿Por qué pedagogía verde?

Introducción de la reunión de presentación

Es indudable que el planeta sufre el impacto de la conducta humana, especialmente de las últimos centenares de años.
Es claro que estas conductas se arraigan en una perspectiva de las cosas, que actualmente está fuertemente arraigada en nosotros, aun sin quererlo y sin ser conscientes de ello




- El ser humano por encima del resto de seres y elementos.
- Perdida de la noción que muchas civilizaciones antigüamente tenían, del planeta como ser vivo, como madre.
- Visión utilitarista del planeta, la naturaleza como fuente de productos a adquirir.

El acercamiento actual a la naturaleza, puede darse de varias maneras que aun cerca, nos mantienen lejos
-Impulsada por actividades ecologistas, que tienden a hacerlo desde una perspectiva cognitiva, quizás con la culpa como única emoción acompañante,. La sensación de DEBER, de nuevas obligaciones que se introducen en nuestra ajetreada vida.. (hay que reciclar, no desperdiciar el agua, etc...)
. O bien, cuando nos acercamos a la naturaleza, cosa que no deja de ser algo deseado por todos, como sinónimo de descanso o vacaciones.. tendemos a hacerlo muy equipados, de una manera hiper-PROTEGIDA, trasladando completos nuestros utensilios de comodidad (tumbonas, neveras, colchones, ..)
Y también puede darse en actividades muy concretas, como deportes de aventura que requieren muchos artilugios, entrenamiento, cumpliendo METAS y que no siempre conllevan un cuidado del entorno y la conexión con él, sino a veces todo lo contrario. Basta ver el estado de algunos “campamentos base” de altas montañas, donde se reúnen las personas que en una competencia consigo mismos o con otros -quizás sana, quien sabe- dejan su rastro en la búsqueda por colgarse una simbólica medalla, o hacerse una foto..

Es evidente que se puede estar en medio de la naturaleza, sin realmente estar allí, son conectar con ella.



Poco espacio y poco tiempo hay en todas estas actividades, para el verdadero acercamiento.. para que se despierte en nosotros ese sentimiento que todos alguna vez hemos tenido. Por ejemplo, en la infancia, tumbados mirando una noche estrellada en silencio, o sumergidos en algún rincón donde nadie más nos veía, y contemplábamos un espacio infinito. Ese sentimiento de ser parte, de misterio, de sentirse pequeñitos, pero también parte de algo grande, y que nos devuelve en cierta forma la paz, nos recuerda la proporción e importancia relativa de las cosas.

Y son quizás esos sentimientos alguna vez percibidos los que no nos dejan olvidar del todo la importancia del contacto con la naturaleza. La sociedad en general no lo olvida. Si miramos el tipo de fabtasíoa que rodea la infancia, observamos la mayoría de juguetes, cuentos infantiles, dibujos animados, todos repletos de animales. Y acercamos así a los niños la vida salvaje de una manera, por decirlo de alguna forma, ridícula. Los niños de 2 y 3 años saben mejor distinguir entre 8 y 10 animales del continente africano, que entre un bicho bola y un ciempies, o entre un pino y una encina. Y nuestra naturaleza, aquí, es esa.






Se puede concluir, como escribe el educador David Sobel que “...debemos permitir que los niños se acerquen y amen la naturaleza, antes que pedirle que la salven. Solo se cuida aquello que se ama”

Acercarnos a la naturaleza. ¿ Porque ?

No solo porque se genera un sentimiento que hará que la protejamos. Sino porque su daño también nos repercute. Por supuesto en términos globales, a través de la contaminación, el cambio climático... pero también de manera directa y concreta, en nuestro día a día.

R. Louv describe recientemente los efectos del alejamiento del mundo natural en la infancia, denominándolo Trastorno por Deficit de Naturaleza. Y aquí me basaré a Heike Freire, escritora del libro “Educar en verde” que los expone de manera clara y concisa sus efectos:

- rdida de espontaneidad y alegría, acarreada en parte por dificultad en diferenciar lo fundamental de lo superfluo,

- Ritmos alterados: especialmente los niños, en los que la información no llega de manera instrumental, vía reloj o calendarios... No experimentan casi la oscuridad, la noche. No experimentamos apenas los cambios de estaciones, intentamos otorgarles una temperatura estable. Los únicos ritmos temporales que perciben son los de un breve día, horarios que cumplir. Muy alejados de los ritmos pausados de lo natural, que se rige por periodos ciclicos, lentos, que cambian los paisajes, los frutos que maduran, los climas.

- Sensibilidad limitada:
El exceso de estimulación a la que estamos sometidos (a través de pantallas, letreros, publicidades, juguetes a montones..), su intensidad, su falta de relación con experiencias directas y su focalización en la visión cercana y oído, genera que los sentidos se estrechen fisiológica y psicológicamente. Los cambios continuos y su rapidez nos obligan a mantener una atención puntual y secuencial, y una concentración estrecha que nos fatiga, y en los niños puede manifestarse con irritabilidad, agitación, impulsividad y dificultad en concentración.

- Salud física y mental:
La falta de espacio y el exceso de tecnología en la infancia, genera falta de movimiento. Además de ser un evidente factor de riesgo para la obesidad, hay muchos estudios que relacionan de manera directa el movimiento con la salud, la capacidad de relajarse y el desarrollo cognitivo, y la destreza motora con la autoestima y la autoconfianza. Su falta en la infancia genera consecuencias negativas innegables.



¿Porqué es prioritario en la infancia?

Lamentablemente hoy en día, viviendo en una ciudad o pueblo, no puede darse fácilmente que un niño se acerque por su propio pié a una zona agreste o verde (como quizás si sucedía hace 30 años) . Cada vez hay menos. Tenemos que propiciar ese acercamiento de los niños a la naturaleza.

Por supuesto que ese acercamiento a lo natural puede – y creemos que debe- darse en muchos ámbitos y momentos diversos., como excursiones con la familia, con amigos, scouts. Pero incluirlo en el ámbito educativo -que es de lo que se trata nuestro proyecto y el de todas las “bosque escuelas”- otorga la posibilidad de un contacto regular, continuo y -nunca mejor dicho- naturalizarlo en el espíritu infantil y con ello, todos los beneficios que ésto acarrea.

Como afirma Heike, no es importante que aprendan a distinguir pronto entre un petirrojo y un gorrión, sino que tengan la vivencia de su cercanía. Estamos convencidos de que la manera de los niños de captar el mundo y aprender no es estudiándolo objetivamente, sino emocionandose con él.

S.N.


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